Lo último en robótica se presentó ayer miércoles, y no proviene de Silicon Valley ni del Media Lab del M.I.T. Se llama Q.bo y es un pequeño robot para el hogar, al que sus creadores han denominado "la plataforma robótica estándar" del que dicen es "la inteligencia artificial para el hogar".
Para los más aficionados a la tecnología, es un robot que utiliza Linux como sistema operativo y de desarrollo, empleando los conceptos de "hardware abierto" y "código abierto".
Ayer se presentó y puso a disposición del público, que ya puede reservarlo a través de la web; las primeras unidades se entregarán a partir del tercer trimestre de este año.
Tras las bambalinas de Q.bo hay ni más ni menos que seis años de desarrollo, que comenzaron con la idea de Francisco Javier Paz de crear un sistema de inteligencia artificial para el hogar que "aprendiera" cada día.
Tras las bambalinas de Q.bo hay ni más ni menos que seis años de desarrollo, que comenzaron con la idea de Francisco Javier Paz de crear un sistema de inteligencia artificial para el hogar que "aprendiera" cada día.
De lo complejo de esta tarea surgió la necesidad de volcar parte del desarrollo en un "ecosistema" en el que programadores de cualquier parte del mundo se sintieran cómodos y ampliaran la capacidad del robot con su software.
Además, Q.bo debía ser lo suficientemente divertido, amable e interesante como para que se usara de forma cotidiana: solo así se comprendería todo lo necesario para entender su funcionamiento en entornos reales, o descubrir las situaciones y aplicaciones en que podría resultar más útil.
Todo esto llevo al equipo a crear Q.bo y licenciar sus componentes con software libre y hardware libre, de modo que todos y cada uno de sus componentes, firmware y software pueden ser utilizados, reprogramados y mejorados: compartir esas mejoras con el resto de programadores del "ecosistema" es parte del "juego": si un Q.bo mejora, todos los demás también pueden hacerlo, según lo que necesite cada usuario.
Sus componentes de software pueden ser utilizados, reprogramados y mejorados
A partir de estos conceptos y partiendo del software básico ya incluido de serie, la idea es que el resto de aplicaciones prácticas surjan por sí mismas: que estudiantes, aficionados, usuarios finales y empresas comiencen a utilizarlo y compartan sus aplicaciones prácticas.
Quizá Q.bo sea una mascota estupenda, buena compañía para los enfermos de un hospital o el mejor ayudante para los técnicos de un taller.
Físicamente, Q.bo resulta compacto y, por qué no decirlo, simpaticón: es bajo y gordito, con 45 centímetros de altura y entre 9 y 11 kilos de peso, según los componentes que se le adapten. En la cabeza cuenta con dos cámaras que le proporcionan "visión estéreo" para poder apreciar la profundidad del entorno; tres micrófonos y dos motores para moverla. Un LED luminoso en la nariz sirve como señal visual, para indicar su funcionamiento.
El cuerpo principal se mueve mediante dos grandes ruedas y dos motores, e incluye otra rueda más pequeña de soporte y varios sensores de ultrasonidos e infrarrojos para detectar objetos cercanos e incluso agujeros. Para comunicarse también incluye dos altavoces y una pequeña pantalla LCD. Para de su simpatía es sin duda su voz genuinamente robótica. Reconoce personas y voces, habla, distingue objetos, interpreta órdenes...
Entre las cosas que Q.bo puede hacer y que se han visto en vídeos durante todos estos años de desarrollo están reconocer personas y voces, hablar, distinguir objetos y guardarlos en su memoria para recordarlos en el futuro, interpretar gestos como órdenes y moverse esquivando obstáculos. En algunos de los vídeos de la web de Q.bo puede verse cómo montar el robot, qué sucede si se le pone un espejo delante (¿se reconocerá a sí mismo?) e incluso cómo hablan dos Q.bo en su primer encuentro.
Hay más de este estilo en el canal de Q.bo en Youtube. Q.bo está disponible en dos versiones: el Kit Básico y la versión Pro, dependiendo de las necesidades de cada uno. El modelo más económico empieza a partir de los 499 euros; el modelo completamente equipado supera los 2.000 euros.
Algunas de las opciones son pestañas que suben y bajan, un procesador más rápido y diversos acabados y aspecto exterior dependiendo de para qué se vaya a usar. Estos kits se pueden montar en unas cuantas horas con algo de paciencia y habilidad, algo que sin duda mantendrá entretenido a los manitas y amantes de la tecnología.
Siendo un producto nacido en España, Q.bo ha obtenido cierto reconocimiento internacional con menciones en diversos medios especializados, que han ido siguiendo su historia durante todos estos años. Lo que comenzó siendo el sueño de crear una especie de "mascota doméstica" ha terminado convirtiéndose en todo un proyecto empresarial con un equipo de expertos tras cada robot.
Ahora solo esperan que los aficionados puedan poner sus manos en ellos para "exprimirlos" con su software y aplicaciones para demostrar todo lo que son capaces de hacer.
De ÁLVARO IBÁÑEZ 'ALVY' (Especial para RTVE.es)
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